jueves, 12 de octubre de 2017

"Júpiter en Escorpio: Los Regalos de las Cavernas del Alma". Por Margit Glassel.


El planeta del júbilo y de la expansión se encuentra en el signo de la transmutación, Escorpio, desde el 10 de octubre 2017 hasta el 8 de noviembre 2018. Tenemos trece meses de intensas oportunidades por delante hacia transformarnos a nosotros, a situaciones, a relaciones personales y sociales de una forma radical.
Júpiter en Escorpio nos pone en contacto con el inframundo, con la sombra personal y colectiva pero con su propio estilo que es bondadoso, protector, y que impulsa a un crecimiento acelerado. Nos enseña la fiera en nosotros y en los demás pero al mismo tiempo nos entrega las herramientas para domarla. Nos ayuda a sacar los monstruos del sótano, pero al mismo tiempo nos acompaña en sus conversaciones con ellos con su fe, su esperanza, y su infinita capacidad de utilizar, si queremos claro está, incluso las situaciones más escabrosas e infernales para crecer más que nunca. Además crecer a lo Escorpio significa que crezcamos  hacia arriba Y HACIA ABAJO…como un buen árbol, nada New Age, que sube a los gozos místicos del cielo mientras absorbe los nutrientes de sus raíces ancladas en la tierra y se expande en todas las direcciones protegiendo con sus frondosas ramas a los que arden por culpa del sol cegador  y dando sus frutos a los que tienen hambre.
Júpiter es abundancia, en Escorpio la auténtica, la que viene desde dentro, desde la experiencia, la que nos inunda una vez cruzado el desierto. Es la abundancia más allá del brillo de las cosas, es la que no tiene que protegerse de la carencia porque sabe que ambos son estados mentales…simplemente…vacíos de por sí. Si vivimos en el ansia somos como hijos e hijas de Reyes que no reclaman su reino porque se han despistado y viven como mendigos sin recuerdos.
Podemos investigar en nuestras cartas para ver en qué casa astrológica se encuentra Júpiter y así descubrir en que dimensión cotidiana de la vida se tiene que manifestar su abundancia.
(Escribiré un artículo sobre cómo su energía afecta a cada casa).
Escorpio es la sexualidad, la pasión, el deseo, las emociones profundas a veces turbulentas y pegajosas. Las aguas pantanosas de Escorpio pueden  crear rechazo por un lado o un morbo secreto por otro en las personas que no tienen un Plutón potente en su carta o planetas en el signo. Lo curioso es que a pesar de estas asociaciones turbias a las aguas escorpionicas son justo esos estanques que nutren la pureza, la inocencia y la delicadeza de la flor de loto que crece en ellas.
No obstante, Escorpio es mucho más que solamente la sexualidad. Después de las relaciones civilizadas y políticamente correctas de Libra entramos en el terreno de lo genuino, donde habitan cómodamente la luz y la sombra, las glorias y las miserias. Son incluso esos momentos de rabia, de miedo, de dolor extremo,  de escupirle al otro a la cara y luego esos momentos de  trascender, de abrir, de soltar, de desapegarse de los ardores del ego y conectar con el amor más profundo y amar y amar y amar a pesar de todo, a pesar de todos y a pesar de nuestros pequeños yoes. Es esa medicina alquímica que es capaz de transmutar incluso el mismísimo infierno y salvarnos de nosotros mismos y de nuestras neuróticas mentes enfermizas para elevarnos a otro plano de evolución. No hay que olvidar que uno de los símbolos de Escorpio es el águila.
Júpiter en Escorpio nos pide que crezcamos hacia relaciones nuevas, que salgamos de la zona de confort y exploremos profundidades jamás vistas antes. Que nos arriesguemos a nuevos viajes, que soltemos el viejo mundo y sus reglas y los conceptos  de cómo tienen que ser las cosas.  No podemos cantar canciones de paz, unidad y armonía  sin primero confrontar lo que ha sacado y va a sacar de muy de dentro de todos nosotros para que lo veamos, lo revisemos y lo aceptemos. Júpiter en Escorpio favorece las relaciones que están basadas en la comprensión de todos los aspectos de uno mismo y de los demás y que acomodan la tensión que a veces puede surgir y apuestan por el amor y por mantener el corazón abierto dejando entrar la Luz Oscura para que limpie y devore todo lo  que no nos permite ser.
Mientras que con Saturno nos tenemos que ganar las cosas con esfuerzo, sangre y lágrimas, con Júpiter los recibimos como regalos. Es esa fuerza que coloca las circunstancias, crea sincronicidades  y actúa como un verdadero ángel guardián. Solo nos pide dos cosas a cambio: que confiemos en la vida y que aprovechemos las oportunidades que nos brinda. Estas pueden implicar viajes, estudios esotéricos, romper tabúes, herencias, muerte-vida, relaciones profundas y mutar a otra fase.
Durante trece meses, en lugar de aferrarnos a nuestras antiguas programaciones, podemos aprender a expandirnos a nuevos estados de conciencia que están firmemente enraizados en el conocimiento de nuestra sombra y en su integración.
Continuará...
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